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Sakkarah

Amigos

¿Para qué pelear por lo imposible?

¿Para qué pelear por lo imposible?

Cuando quieres a alguien es difícil decirle adiós
si al menos se vislumbrara una pequeña luz que pudiera
ser, pensar, imaginar… pero no es así.
Duele tener que decirle, hasta aquí he llegado
realmente no se lo dices a la persona que amas,
te lo dices a ti misma porque encuentras ridícula
tú postura es, como obligar a que te amen y por
mucho que pelease sería inútil.
¿para que molestarme en pelear por lo que nunca será?
por el contrario la persona favorecida de ese amor
se reirá con ganas al pensar que alguien está sufriendo
por él, y se sentirá halagado mientras tú, estás maldiciendo
esos sentimientos que no le llegan a la persona que amas.
Considero que es de tontos mortificarse así, aún sabiendo
que esa mortificación seguirá.
Duele en lo más hondo decir adiós a todo lo que tú corazón
anhela , sabiendo que te va a costar mucho pero ¿ de qué
otro modo puedes hacerlo?
no me gusta pelear por lo que de sobras se que no va a
servir de nada entonces; ¿para que cansarme?
la única solución que veo es sufrir, aguantar y puede
que cuando menos lo espere, me de cuenta que todo
el dolor que sentía, no es más que un recuerdo.
De momento, me toca llorar en silencio y tragar esa
impotencia que me autodestruye cada día un poco más.
Puede que algún día me ría de estas palabras aquí escritas
y recordar este día como uno más de mi vida ,
pensar lo absurdo que fue sufrir este calvario de emociones
sin motivo para justificarlos.
¡Ojala llegue pronto ese día!

POEMA

Cuando el alma tengas agotada
de llorar en la almohada
y el desespero sea tan cierto
como el arder del fuego
que te quema por dentro
y como fiera ansiosa
te devora el interior
Sin poder dominar tú yo
entonces es...
cuando debes hablar de amor.

jazmin

Los dos secretos del luchador zurdo.

Los dos secretos del luchador zurdo.

Despierto de la inconsciencia y mi cuerpo tendido de espaldas está soldado a la lona vértebra a vértebra.

Le miro cara a cara, mi visión es borrosa pero acierto a vislumbrar que se trata de una sombra evanescente, con contornos difusos.

Inesperadamente siento que me voltea por los aires, mis extremidades semejan a las de una vieja muñeca de trapo, el efecto de la inercia hace que me mueva sin control, tiembla mi cuerpo de miedo, pero callo para que no se de cuenta, aunque se que nada escapa a sus ojos, me resisto a admitir que me siento pequeña, frágil, indefensa entre sus brazos.

Hace que cierre los ojos con un gesto de sus dedos y me traslada a otro escenario. Frente a mi, un decorado distinto donde se entremezclan elementos extraños, sin conexión entre si, objetos mudos cargados de pasado, con escaso presente y difuso o nulo futuro.

Entonces se marcha, me deja sola, completamente sola, sin libro de instrucciones para poner en marcha este nuevo mecanismo, no se encender las luces, no puedo abrir las ventanas, me ahogo aquí dentro.

El escenario continúa mudo, en penumbra, me siento en un rincón apartado, casi oculto y de pronto la magia lo pone todo en marcha, pero yo no puedo intervenir, ya ni siquiera tengo fuerzas para intentarlo, ya no comprendo el argumento.

De nuevo la inercia hace que me convierta en un figurante más y continúo ahí, presa del tiempo y sus avatares.

Se que en cuanto me sienta confiada volverá el luchador zurdo, ese al que llaman destino, el que me golpea con el puño izquierdo cuando espero que el golpe llegue por el otro lado.

Uppercut al hígado, crochet y después jab directo frontal que me derriba sobre la lona una y otra vez, una y otra vez…

A fuerza de golpes he descubierto que uno de los secretos del luchador zurdo es que es ambidiestro y que golpea con igual fuerza con los dos puños, su pegada es demoledora no hay buen fajador que se le resista ni cintura lo suficientemente ágil que pueda esquivarle.

Este es uno de sus secretos que me atrevo a murmurar en las noches de tormenta en el intervalo entre el resplandor del rayo y el crujido del trueno, para que no me escuche, para que no me castigue más.

Pronuncio con un hilo de voz:

- Te detesto.

Y en esas dos palabras descargo toda la amargura y el dolor que me produce su crueldad, pero entonces siento su presencia, me envuelve, me cerca, me toca con un dedo en la nuca y abre el grifo de mis lágrimas y siento como el aire susurra en mis oídos:

- Te tengo entre mis manos.

Imagino su cínica sonrisa mientras me golpea en las piernas hasta hacerme caer de rodillas, me arrastro, busco un apoyo al que asirme pero cada vez, el luchador zurdo los traslada más lejos de mi alcance y ríe a carcajadas mientras observa con satisfacción como trato de ponerme en pie.

Siento dolor en las heridas, tengo sangre en las cicatrices, tormenta en el alma y frío en el corazón.

Entre sollozos le pido ayuda, pero cada vez se aleja mas cabalgando furioso sobre los compases del viento.

Quedo sola de nuevo, apoyada sobre la tierra, quieta, de costado, herida, cansada, observando la alternancia entre el sol y la luna, el paso inexorable de las estaciones, la canción disonante del tiempo que camina sobre mí…

El segundo secreto del luchador zurdo es que en realidad todavía me quiere, por eso aun no se ha decidido a acabar conmigo. Su amor es enfermizo, oscuro, disfruta sintiendo mi vida entre sus manos, se recrea en el baile de la triste marioneta en el teatrillo y el decorado que rearma cada día para reírse de mí.

Se siente poderoso, puede cortar los hilos que me sustentan en cualquier momento, a su antojo.

Pronto volverá y todo comenzará de nuevo. No importará si estoy fatigada, él hará que me levante a patadas, producirá morados sobre los morados, antepondrá sus gritos a los míos, hará que respire mi propia vulnerabilidad, me ofrecerá a beber mi miedo entre round y round.

Mirará con curiosidad como se repliega mi corazón, como se seca mi alma y entonces con su voz absurda volverá a ulular dentro de mi cabeza:

-Danza o pelea, hoy te dejo elegir..

MDM

¿Joder o amar?

¿Joder o amar?

La RAE define las palabras JODER y AMAR de la siguiente manera:

JODER:1 Practicar el coito. 2 Molestar, fastidiar. 3 Destrozar, arruinar, echar a perder. 4 Interjección para expresar enfado, asombro, etc.

AMOR: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.

Si conceptuamos el amor como la expresión más excelsa del sentimiento humano, y el cenit del mismo, es la unión carnal entre los enamorados, estamos sublimando algo que es tan natural como la vida misma, estamos elevando lo que está en las capas más ínfimas de la tierra, estamos magnificando el hecho más corriente y normal de la vida.

¿Por qué? Porque el ser humano ha querido "enmendar la plana" a la Naturaleza y ha considerado que un hecho tan corriente y vulgar, pero por donde se inicia la procreación, ha de controlarse con el fin de que las estructuras sociales determinadas y aceptadas no se desmoronen. La sociedad ha de organizarse y crear leyes y tabúes para que cunda el ejemplo y asegure la eficacia de su funcionamiento.

Pero resulta, que el ser humano la llegado a su mayoría de edad y ya no sirven las viejas amenazas del "coco" o lo del "pecado mortal", hay que cambiar los trasnochados conceptos y buscar argumentos nuevos para que la sociedad acepte un orden y una organización necesarios para evitar el caos; y que cosa mejor que decirle la verdad; simplemente que el hombre y la mujer sepan que "el follar" es un acto que realizado con el pleno consentimiento de dos personas sin distinción de sexos o de razas, es muy bueno para el cuerpo y para el alma...

... Y el quiera magnificar "el folleteo" como la culminación del amor ¡Pues que lo culmine! Y el que quiera entender que "echar un polvete" bien echado, es la culminación de un deseo y un relajamiento muscular que te deja el cuerpo dispuesto para dormir ocho horitas seguidas, que así lo entienda.

Así lo entiende un servidor, y el que quiera buscar otros conceptos sobre el acto más natural del mundo que se los busque.

Castelar

Carta a un pasado.

Carta a un pasado.

Todo fluye... y nada permanece”. 

Este aforismo de Heráclito podría simbolizar, aplicándolo al plano sentimental, el tremendo vacío que dejan los sentimientos perdidos, los afectos huidos, los amores en desencuentro, los sentires baldíos. 

Todo fluye y nada permanece... como las aguas de un río. 

Cierto. Y fluye porque no se da un equilibrio entre el discurrir del agua y la retención que se puede hacer de ella. Y sin ese equilibrio de fuerzas, el río sigue imparable su curso. 

Así, con esta fluvial alegoría quiero recordar nuestra brevísima historia; una historia que, habiendo sido, no llegó a ser. Y es que tú fuiste como ese río del cual sólo pude beber un sorbo, porque tu agua huidiza se fue deslizando sin parar. Pero, ¡cuánto me gustó ese sorbo que bebí de ti... ¡Glup! ¡Qué saludable! 

Sin embargo, con ese sorbo noté que también empecé a tragarme algunos otros sentimientos... ¡Glup! Eso ya no fue tan saludable. Y es que los ríos fluyen y nadie les puede decir hacia dónde han de ir; sólo ellos mismos escogen la dirección que más les conviene. 

No, no fue nuestra historia como yo hubiera deseado, como parecía apuntar en suinicio. Me hubiera gustado que mientras durara, aunque fugaz, se hubiera mantenido siempre igual, siempre como ese primer sorbo estimulante y revitalizador. No pudo ser. Y ya en aquellos momentos me mentalicé de que el coste de tenerte era también el de perderte. ¡Y cuánto me entristeció perderte!  

En vano entrelacé con fuerza mis manos para formar un cuenco hermético que me permitiera retener el agua escurridiza y poder aplacar así mi sed de ti con nuevos sorbos. Pero el agua, rebelde en su libertad, se me fue escapando entre los dedos en su continuo fluir. No pude retener ni una sola gota; una sola gota que yo hubiera preferido a cualquier otro apetecible caudal.  

Me quedó, a pesar de todo, el poso que ese flujo fue dejando; ese limo enriquecedor que se materializa en los recuerdos. Ellos, refugiados en mi memoria, son y serán siempre  testimonio de todo lo vivido. 

Y quizá por haber asumido ya desde el propio inicio que no ibas a ser para mí, por no esperar nada de ti, por no tener la más mínima expectativa... quizá por todo eso, llegué a obtener tanto. ¡Me generaste tantas cosas! Y también por eso, después de mucho tiempo, te sigo aún añorando. Porque nuestra historia no llegó a ser, y en cambio sigue siendo; no llegó a florecer, pero reverdece en mi pensamiento; no llegó a tener vida, pero resucita en mi memoria. Y es que, como el agua fugitiva, tuviste la habilidad de volver a perderte en otro mundo de donde habías venido para hacerme fugazmente dichosa y luego desaparecer, logrando convertirte en un misterio y, por eso, en inolvidable. 

Y es cierto: todo fluye y nada permanece. Pero siempre sobrevivirá el recuerdo. Tú. 

Gea.

Seguramente

Seguramente Tal vez nunca te quise, es cierto. Tal vez tenías razón cuando me lo dijiste esta mañana, mirándome con esos ojos tuyos que me alumbran la vida.

Me desperté soñando eso, sin darme tiempo a contestarte nada. Empapada en sudor, taquicárdica y sola. A punto de las lágrimas que no derramé porque era un sueño.

Pero iba a contestarte que, quizá, sea verdad lo que dices y que lo que me pasa, tenga otro nombre que amor.

Quizá nunca te quise, y lo que siento al verte, aunque no te esté viendo, no sea más que una locura absurda que me vacía el estómago, y me hace temblar aunque sea Agosto.

Quizá nunca te quise. Quizá lo que me pasa se explique por bioquímica, hormonas, magnetismo, o alguna extraña forma de magia negra y secreta. Quizá mi corazón se altera, sólo, porque me gusta cambiar de ritmo de cuando en cuando. O porque tengo el colesterol alto sin saberlo.

Quizá ya no te quiera, y piense en ti, cada minuto, porque no encuentre la forma de olvidarte. La memoria, que juega esas malas pasadas y se nos pone en contra por costumbre.

Quizá este impulso de querer matarte, a ratos, sea que no te quiero. Tal vez. O tal vez sea que he perdido la sensatez y la cordura, y ya no quiero ponerme en tu lugar, ni entender que necesitas tiempo, y silencio, y espacio. Como los cristales. Para cristalizar.

Quizá esta necesidad de verte que me pone de mal humor, me agría el carácter, me envejece y me saca de mis casillas, no sea más que una forma de odiarte, disimulando.

Quizá ya no te quiero y por eso me escondo detrás de miles de cerrojos, para no abrir todas las puertas, y que volemos, por fin, con la corriente.

Seguramente es que nunca te quise.

Seguramente es que ya no te quiero.

Mela (Sobrevolando entre recuerdos)

Zapatos viejos.

Zapatos viejos.

Los dejé junto a la cerca del faro, en el camino. Están viejos y gastados. Han pasado mucho tiempo conmigo, me han acompañado al pueblo, a la cantina de María, a los acantilados y a la playa. Han pisado por mi los caminos y han subido cientos de veces cada escalón de este faro con mis pies dentro. Su color de cuero se ha ido cambiando poco a poco, con el tiempo, con el uso, con la cremas...

De madrugada oí unos pasos que venían del camino y se acercaban al faro. Sentí temor y encendí las luces de la entrada. Miré por la ventana, pero aquel caminar cesó de repente y no vi a nadie; el camino estaba tan solo como yo dentro de mi faro.

Ayer, al amanecer, salí. Casi tropiezo con ellos. Alguien, la noche anterior, había cogido los zapatos viejos que dejé en el camino y los había puesto en los escalones de la puerta. Habrán pensado que estoy perdiendo la cabeza y no quieren que pierda también los zapatos, pensé.

Hoy, por la tarde, he vuelto a dejar mis zapatos viejos junto a la cerca. Hay un hombre que vaga por los caminos acompañado de un perro, que estaba solo, como él, hasta que ambos se encontraron. Igual a este hombre le hacen apaño.

Me he quedado dormido y he soñado. Soñaba que anoche, mis zapatos viejos, cobraban vida y volvían solos hasta la puerta del faro. Se saben el camino y no querían que otros pies se refugiaran en ellos. O quizás aman a este faro y a esta costa de la misma manera que yo y quieren, igual que yo, acabar sus días en el faro.

Me he despertado pensando en ellos. Acaba de comenzar a llover, he cogido mis botas y mi paraguas y he salido al camino, a donde estaban dormidos mis viejos zapatos. Se están mojando, y de sus cordones caen unas gotas de agua que parecen lágrimas. Me los he traído para dentro y los he secado.

Desde mañana estaré pendiente de ese hombre. Tengo los zapatos en una caja de cartón, sin tapadera, para que se vean, preparados junto a la ventana. Si lo veo venir los dejaré en el camino; son unos zapatos de cuero, que huelen a cuero, a zapatos nuevos. Los compré hace unos días y no los he usado. Los míos, los viejos, los he atado uno al otro con sus cordones. Dentro de un rato, cuando baje a la playa, los llevaré al hombre, para que sigan viendo este mar, para que se sigan llenando de su olor... es mi mar, y es también el suyo... Ellos verán llegar sus últimos días junto a este faro... junto a este viejo farero que puede estar perdiendo la cabeza poco a poco, pero que no va a perder sus zapatos viejos.

Viejo farero

En el primer cajón...

En el primer cajón...

En el primer cajón de la mesilla de noche, tiene Irene una cajita. Es una de esas que,  en su día, vendían en las tiendas con los jaboncillos de la marca Heno de Pravia. Es muy vieja, pero el estuche de rígido cartoncillo  aun sigue soportando el paso del tiempo. Comenzó la cajita siendo un costurero, en ella las hebras de hilo se impregnaban de un fino aroma..., después, con los años, se convirtió en cofrecillo donde se guardaban, más que tesoros, algún que otro secreto…, allí  iba dejando, ella,  las fotografías que le enviaban. Hasta llegar al día de hoy, que se puede encontrar, en ella,  de todo un poco...Como los recuerdos que impregnan cada una de las fibras que los componen. 

Irene, de vez en cuando, le gusta abrir el estuche. Son muchas las cosas que en el guarda y,  ha tenido que ingeniárselas para que la caja  pueda cerrarse; una cinta de raso color verde claro es la que actúa a modo de cincho, para que -aunque suene mal decirlo- todo quede bien atado. 

El ritual se inicia cuando sentada en el borde de la cama deshace la lazada que corona la parte superior. En primer lugar, que viene a ser el último escalón de su existencia, están las fotografías de su hijo; en orden cronológico las reparte por la fina colcha que cubre los pies de la cama... Las mira, una y otra vez, e intenta devolver a su memoria el tacto de aquel precioso bebe, del niño... del muchacho, ahora ya hombre. Después, algunas fotografías más, que Irene se salta... para llegar impaciente a una vieja servilleta, con dos palabras escritas en lápiz <> dos corazones y unas iniciales; se sonríe,  mientras con la yema de sus dedos redibuja el imperceptible trazo... Unas florecillas de trapo, de color violeta; las que adornaron sus cabellos el día de su boda, en aquella fría estancia del Juzgado. Cuando no estaba tan bien visto que la gente solo se casase por lo civil. Era diciembre y a pesar de lucir el sol hacía mucho frío, un frío que ya preconizaba como iban a ser los días de su futuro... 

De forma metódica, como suele hacer siempre, va extrayendo de la caja cada una de las piezas que han ido conformando el gran puzzle de su vida. En el fondo, en un rinconcito, reposa una cadena de plata, una cadena fina... un sencillo cordoncillo con el que ella -en otro tiempo- abrazaba su cintura, cuando su cintura era delgada y la longitud de ésta así lo permitía.., hoy la recoge entre sus manos y la lleva hasta sus labios, la besa, con la misma devoción que si de un rosario, para un creyente se tratase y la deja a un lado, cerca muy cerca, como cuando rodeaba su cintura, pero lejos del contacto de su cuerpo, porque hay cosas que  ya pertenecen al pasado... Una pequeña concha blanca,  y un ágata de color verde oscuro; que un admirador de juventud le trajo de Brasil y le hizo engarzar con las iniciales de su nombre. Irene mira el fondo de la caja, ya vacía.., cierra los ojos y aspira hondo, los recuerdos aun le siguen oliendo a jaboncillo de domingo. Y, allí, esparcidos encima de la cama están todos y cada uno de sus recuerdos: fotografías, cartas, los recordatorios -de quienes se fueron- cada vez más. Son objetos que para cualquier otra persona carecerían de valor... Piensa al recogerlos, con gesto resignado:  -que poco ocupa una vida-. Cuantas ilusiones y tristezas caben dentro de una cajita; vivencias,  sujetas con una cinta de raso. Para que nunca desborden los márgenes permitidos, para que nunca se escapen del cofrecillo que guarda todas las cosas...,  para que no se pierdan en la fragilidad de la memoria.

Margot

Cuando las cosas se ponen mal...

Cuando las cosas se ponen mal...

Cuando las cosas se ponen feas... es tiempo de calma. De pararse, mirar alrededor y entender por qué las cosas están siendo como son. Si vemos la solución clara, adelante a por ella; pero si por el contrario está todo enmarañado, lleno de luces y sombras, y no se ve la luz al final del túnel... sólo se ve el túnel, entonces ya no solamente debemos parar, si no sentarnos, fumar si fumamos, hacer aquello que siempre estamos postergando, o ir a ver cuánto han crecido las macetas que tenemos y que hace mucho tiempo ya que ni regamos.

Las palabras se las lleva el viento... o se pierden en un papel... o se diluyen en un foro borrado. Los sentimientos, esos que hacen que el túnel sea tan negro, deben dejarse en reposo como si de una hierba aromática se tratase, para que desprendan un poco de su olor, de su sabor... de su fuerza. Y entonces y sólo entonces es cuando hay que probar si están bien de azúcar, o de sal, o de pimienta. Que para gustos: los colores.

Y sentados en medio del túnel, negro y oscuro como la boca de un lobo, y a solas con nuestros pensamientos: esos fantasmas que a veces nos trastornan, debemos caminar hacia adelante con la mente, para aprendernos el camino y no tropezar, tanteando paredes para no hacernos daño e intentando esa intuición que nos llevará de nuevo a la luz.

Alguien dirá que todo éso es muy bonito, pero pura teoría. Que la práctica es otra cosa... porque duele, y mucho. Y tendrá razón. Duele mucho. Pero cada día que pasa es uno menos de vida. Aunque también es uno más lejos de...

Qué hacer entonces?. Quien lo sepa que lo diga, porque a mí se me acaba la noche.

Chesana

¿A dónde va?

¿A dónde va?

Agua de río
agua de mar
agua de fuego
¿a donde vas?

Sudor que rompe
lágrima que cae
sangre de hombre
¿a donde vas?

En la tierra cae
al río llega
en el mar muere
en el corazón nace

Sudor inútil
lágrima perdida
sangre derramada
¿a donde va?

En la tierra cae
al río llega
en el mar muere
en el corazón renace

Otrovador

La boda de María Teresa.

La boda de María Teresa.

Ella fue paseo aquella mañana, paseo de nuez y de vainilla sobre la caricia tibia de la brisa. Ella fue rubí, diamante y claridad en la sonrisa sobre la armonía que brotaba a borbotones de una suave aurora desgranando rocío sobre su cara. Ella fue fiesta en un lienzo blanco sobre el agua clara que bajó de la montaña en aquel día, ella fue, fue el rubor del limonero que esparció aleteos de armonía perfumada por su paso, aquella mañana de su casamiento.

“la carne aquella noche despertó hogueras y tiño la sangre de un calor salvaje; el viento protegía el amor en la ventana del bosque y ella desnuda en su lecho de río le mostró sus senos. El paso de las manos de él sobre su cuerpo fue igual que el paso de las gaviotas que en leves aleteos vuelan etéreas hacia el infinito, el beso de los labios de ella fue una gota de agua dulce temblando sobre el pétalo que en la boca de él era el esbelto tallo..., de una selva antigua. Y el campo se llenó de trigo aquella noche, y la testa del trigo se llenó de nieve y sobre la nieve se abrieron los muslos, y brilló la noche”

Él fue un rumor de antaño, laborioso, atávico, con la expresión salvaje del follaje y la armonía virgen del tacto de la seda, todo en uno. Él era la tarde bajo un árbol viejo, sereno, con la brisa en la palabra y la mar en la sonrisa: paz. Él fue la lumbre clara de la hora en que se piensa, el amigo del viento, el rumor de las hojas, y la corteza del roble: hombre. El se dejó cubrir por ella de los abismos del siglo cantando, verde, sobre el viento, y bailando, amarillo y sobre el sol..., aquel mediodía de casamiento. “todo estalló cuando la noche, estallaron sus bocas en agua, en pozo; el pozo estalló en un manantial que llamaba a la ternura de los pechos; en sus pechos ambos anhelaron la frescura de la fruta: la fascinación, casi casi devoción de cita: la primera; devoción de santuario; de casa, devoción de muslos atados estallando junto con la noche. Estallaron sus cuerpos mordiéndose los vientres; estallaron sus rodillas en mil poros con el mismo gusto que tiene..., la canela; y lo que más estalló mientras se amaban..., fueron ambos corazones en el centro justo de sus justas sonrisas”

Ella y él comenzaron aquella mañana cantando, al cantar el universo les mostró sus alianzas; la única posible en los llariegos: la de dentro de sí mismos. Ella y él mágicamente desvelados amalgamaron los ecos de las inquietudes en el ansia de ser lo que ellos eran: el alimento para que las raíces de sus raza siguiera siendo simplemente: un resumen de inocencia. Ella y él oyeron crujir la tierra al pronunciar sus nombres y sellar el pacto..., de la nobleza, de los años. 

De la boda de María Teresa con mi padre, Jandalillo, nada más añadiré; sin duda habrá otros días para seguir, yo, hablando de otros años de Teresa. Solo una cosa más añadiré: el día que ella se fue le pidió a la fina lluvia de mi tierra una última canción..., y desde entonces Asturies está más verde que nunca.

Xándalu (Jandalillo)

Corazones y almas.

Corazones y almas.

En el más mínimo
rincón sensato de mi corazón,
mi alma descansa
plena,segura en tu interior.

La humedad socava
como fiel adagio
mi alborada.

Primorosa felicidad
saber a ciencia cierta
que en mis brazos acabarás.

Este fulgor abastece
inmune mi desazón
te deseo con locura,amor.

Recorre en mi memoria
imágenes pretéritas
floreciendo la gloria.

Vivir rememorando
cada instante
tus manos,mis manos.

Tus pupilas dilatadas
en busca de mi mirada,
romero y rosa,palpitan aceleradas.

Saber de tí,estar en tí...
la búsqueda,el encuentro
mi alma,tu pensamiento.

Placer inusitado
comerte despacio
vida,vivir a tu lado.

Horadar,percutir
engendro y arrebato
fluir constante afecto.

Desatar vendavales
con quietud resplandeciente
subir a la luna,visitar tu mente.

Renunciar a lo establecido
tal vez no pueda...
mi sangre florece,se renueva.

Silencios,se apoderan
de mis entrañas
cuando te acercas.

Opaca apariencia
perfecta armonía,
tremenda paciencia.

Semblante lunar,
vivaz solera,
son mi esencia.

No puedo olvidar
que son mi cosecha,
amor cuando me besas.

Ríos llenos de palabras
ni la imaginación portentosa
podrá vivir varada.

Enlazar fresca pasión
entre nuestros labios de escarcha
sentados frente a frente
esperando,deseando que el tren parta.

Una palabra tuya
hubiera bastado
para marchar al alba.

Cosas que jamas se escriben,
nunca se plasman
en la fértil alabanza
de nuestras miradas.

La inocencia de la belleza
inadvertida queda
cuando tu solicitud,me acecha.

Pensando en tí
borbotones de elixir
alarman mi existir.

jjbch (Lautrehomme)

Al atardecer...

Al atardecer... Al atardecer ,sentada bajo las acacias, bajo las palmeras, una brisa suave, ha acariciado mi cara.
Ha sido como si tus manos, me hubieran echado el pelo hacia atrás.
No sé por qué, he sonreído y he mirado al cielo.
En ese instante, me he preguntado si realmente, tenía cosas por las que sonreír.
He buscado una respuesta, que ha tardado en llegar.
El viento seguía con sus caricias, pero la sonrisa había desaparecido.
Deseaba no mirar atrás, deseaba disfrutar de lo que me quedaba.
Acostumbrarme a lo que la vida me había quitado y me seguía quitando. Pero eso , no siempre es fácil.
Soy una inconformista, intento asumir, y ser sumisa ante la realidad, pero me es imposible. Quizás de ahí venga mi rebeldía. No quiero acabar, doblegándome entera.

Las nubes siguen haciendo su viaje hacia el este, y yo quisiera irme con ellas, sin equipaje, sin memoria.
Pero sigo aquí sentada, recordando cuántas veces he reído, sin que después llorara.
Ha sido tanto el sufrimiento a lo largo del camino, que cualquier gesto, palabra, acontecimientos, me vuelven a tiempos pasados y presentes, en los que ya estoy harta de pensar, de recordar.
Recuerdos que vuelven a traicionarme, a enseñarme lo frágil que soy, lo insignificante, lo que necesito.
Sé que no volveré a reír, como cuando era niña.
El destino se ha encargado que mi sonrisa, siempre esté envuelta en un halo de tristeza.
 

La viajera

Su estado de ánimo...

Su estado de ánimo... Su estado de ánimo era bastante contradictorio, se sentía feliz por los días vividos, aunque al mismo tiempo ya sentía añoranza de los mismos, no era tristeza lo que la rodeaba, era una sensación de vacío por haberlo tenido todo y haber regresado una vez más a su estado natural lleno de recuerdos.

Se decía a sí misma que no debía vivir de los recuerdos, que los recuerdos debían ayudarla a seguir caminando por la vida, llenándola de alegría, sin
refugiarse en ellos para vivir. Necesitaba una motivación, que la ilusionara en la justa medida, para seguir recibiendo a sorbos la vida, sorbos dulces y amargos, para valorarla como merecía.

Su pensamiento se trasladó a los preparativos de una fiesta espectacular y esperada cada año. El hecho de preparar cada detalle con antelación, la
animaba a vivir unos días especiales, imaginando y soñando lo que pudiera
ocurrir, deseando que todo estuviera en orden, que los días venideros fueran placenteros y felices para todos los suyos y que un año más fueran unos días fantásticos y de ensueño, abrazando la alegría y el entusiasmo.

Dos semanas antes la casa se vistió de fiesta, de un colorido especial en los
objetos, sonrisas y en la motivación por unas fiestas que se acercaban.
Aquel ambiente anterior a las mismas tenía un sabor festero, alegre,
organizativo y lleno de ilusión, con grandes deseos de preparar cada detalle.

Abrió la puerta del trastero con aroma a recuerdos y de nuevo dio vida a
aquellos zapatos amarillos con medias lunas rojas, sacándoles brillo,
preparando el líquido especial para darles una tintada y así lucir como nuevos para desfilar.

Fue a buscar su caja de madera de hilos de colores infinitos, que su madre le regaló a modo de recuerdo de su fabrica de zapatos, aquellos hilos estaban a la espera de traspasar las agujas que los colocarían en vistosos tejidos, al coser algún descosido, botón o simplemente un zurcido.

En un armario ropero destinado para tal fin, fue en busca de ropas
multicolores, turbantes, botas con cascabeles, cinturones ajustables, chalecos de fantasía, camisas de seda, pantalones suaves, chilabas a juego, pañuelos, collares, pendientes y muchos velos, maquillajes y purpurinas, confetis y serpentinas, lanzas y tambores.

Sonaba una maravillosa marcha mora, que ayudaba a vivir un momento emotivo, con el vapor de la plancha suavizando tantas telas, preparándolas y creando un aroma festero especial. Sentía gran emoción al vivir todo aquello en su pensamiento, que la llevaba a suspirar profundamente y a la vez que sonriente lagrimas bajaban por sus mejillas, revivía la alegría, los desfiles, aquella música que llevaba dentro y aquella tradición que la motivaba, recordando el sonido de fiesta, que no sabía como definirlo, de timbales, panderetas, trompetas, violines, cascabeles, clarinetes, flautas, flautines, platillos, saxos que fueron afinados para dar el mejor de los sonidos.

Feliz noche.

Amora

Fuga...

Fuga...

Me uniría a una fuga perpetua
con la luna
Jugaría al juego del escondite,
con su luz escandalosa.
Me perdería en su media sombra
La que cobija, la que oculta y comparte.
Para pedirle, su intimidad contigo.
Es ella la que dibuja cada rasgo
la que roza y acaricia tus labios
En ellos deposita mi mensaje.
Anónimo, sin rastro.
Dulce... como un regalo.
luego la preguntaría a que saben tus labios
Para escuchar en soledad su respuesta...
Callaría todo.
Cerraría los ojos e inventaría tu figura.

La_sombra

La felicidad oculta.

La felicidad oculta.  Como explicarlo? Me encontraba atontado pero fue así como recibía aquel libro . Creo que sin decir ni media palabra decidí llevármelo. Cogí el libro me fui andando despacio. Poco me importaba lo que pudiera tardar en llegar, iba pensativo hacia casa. Al llegar comencé a leer. Pensaba, y hacía cómo qué no lo tenía, sola, y únicamente, para hacer sentir y creer después aquella ilusión de volverlo a tener. Días después lo volvía a abrir con ansia y leía tan sólo unas líneas, pero volvía a cerrarlo, me iba a dar una vuelta, y lo dejaba para más tarde. Mas adelante de nuevo fingía no saber el lugar dónde lo había dejado, y cuándo lo encontraba lo abría sólo a ratos cortos, por unos instantes, me autoengañaba, trataba de huir a ratos de esa cosa llamada felicidad, y sin embargo cuánto yo más la huía, ella más se apegaba a mi.

Distinto

Él

Él Él es una forma de subversión en el mundo de la complacencia y de la levedad. Cada vez que viene a verme sé lo que es estar en el ojo de un huracán, y sobrevivir al mismo, que es lo difícil. Él es un verdadero seísmo de emociones, pulsiones, sentimientos, en mi existencia.

Me gusta reencarnar esos momentos juntos, sus expresiones, sus ojos, su sonrisa franca, el acento dulce de tus palabras, sus caricias, su energía, y a la vez su placidez, porque me desvisten su ser.

Entrar en su mundo es un privilegio extraño. Me siento una profana visitando un santuario en el que no debería estar. Siento la sensación de pisar un mar de cristal. He sido autorizada a caminar sobre una fina capa de hielo traslúcido y mis sensaciones son una mezcla de la sorpresa por sostenerme, y el deseo de hundirme.

Le intento mostrar mi arquitectura, pese a mi sentido púdico. No permito a nadie que entre en mis secretos. Sin embargo él conoce una parte tan oculta de mí, que considero lo más natural descubrirle todas las piezas de mi puzzle.

Algo que me atrae de él es su complejidad, porque si, algo hay que me desmotiva de una persona, es la obviedad. Me gustan las personalidades con las que sientes que una eternidad no bastaría para conocer el relieve de su ser.

Sin importar el tiempo que llevamos, Él sigue siendo todo asombro, descubrirlo me enerva, me excita... y me enamora. Tiene una mente y un corazón, que invita permanentemente a sumergirse en ellos. Navegar su mar sin costa es siempre una aventura nueva, de imposible resistencia a ella.

Pero lo auténtico, lo esencial, es que lo quiero, él es mi Milagro de Abril (y de Mayo a Marzo, también).

VioletaCielo

MUCHAS FELICIDADES, MARGOT.

MUCHAS FELICIDADES, MARGOT.


Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.

Miguel Hernandez

Toda la verdad sobre los enamoramientos.

Toda la verdad sobre los enamoramientos.

Los síntomas son diversos, desde la disfunción renal (perdida involuntaria de líquido) hasta un claro sometimiento de la voluntad a los designios de un recién nacido ectoplasma. Durante cinco minutos, el valor personal se demuestra por la longitud de la baba y la conciencia se aloja en una zona que esta protegida con cremallera. Muchos son los que llegan a este estadio mitad patológico, mitad coadyuvado. Otros síntomas curiosos son la alergia al polvo común, que desaparece en cuanto el paciente es tratado con polvos cósmicos de largo recorrido sideral y que acaban con la gratificante sensación de observar una lluvia de estrellas de colores chisporroteando durante breves instantes. Para los ojillos de cordero degollado, es preceptivo utilizar colirios antioxidantes y agua del río en abundantes dosis, el objetivo es despabilar el cuerpo y la mente, sometidas durante esta fase inclemente al constante uso y abuso de imágenes del ser deseado.

Durante periodos de grandes enamoramientos se suceden crisis en las partes nobles del cuerpo que producen sensación de escozor o prurito, aquí es de nuevo necesario el uso de polvos de talco o en su defecto de polvos esporádicos previo contrato con fulana o fulano respetable o similar.

Si tras una relación, usted se siente dolorido o dolorida por la no correspondencia, proceda siempre de acuerdo a los principios poéticos, esmerándose en elevarse sobre su ciudad de residencia y portando en su mano el estandarte o pendón que muestre la imagen de su ser amado. Desde al aire diríjale unos versos prímulos y directos, de forma que su corazón atravesado por un haz de luz azulada se expanda más allá de su tórax ya en erupción. Con esto no conseguirá paliar su desdicha, pero sentirá un profundo alivio de la opresión pélvica.

Los enamorados suelen olvidar el sentido común, dándole a toda actividad el cariz de aventura fantástica. Es fácil observar como la enamorada relata que ha ido a comprar el pan saltando entre matorrales de bayas rojas y fresas silvestres, o como se ha desviado para contemplar la luna flotar sobre un lago de aguas cristalinas o como al llegar a la panadería un chorro de fuego le ha dibujado en el mostrador un corazón atravesado por una barra de pan, con las iniciales de su amado brillando en su máximo esplendor.

Él, por otro lado, relata con cierto frenesí que al llevar el coche al lavadero automático ha observado que diez caballos alados le guiaban a toda velocidad por entre los chorros de agua y los rodillos que cepillan la carrocería. Allí se ha dejado llevar por la imaginación hasta encontrar los ojos de ella en el retrovisor. Lógicamente esta ensoñación se corresponde en realidad con los ojos exaltados el dueño del siguiente automóvil, que llevaba esperando diez minutos, y que tras golpear con fuerza en la ventanilla, le ha dicho soezmente: ¡Quieres mover el coche, alelado de los cojones!

Si alguna vez les invade un irrefrenable deseo de corretear ladera abajo, convertidos en teas incandescentes, dispuestos a darlo todo por un beso mágico, no se preocupen, es posible que estén a punto de ser abducidos.

Boedarkyss

Sucedió una vez.

Sucedió una vez.

Sucedió una vez...
Un susurró...
Un te amo... te amaré por siempre...

Y sucedió que por siempre no fue suficientemente largo
Y las memorias se borraron
No recuerda cómo sucedió
Ni recuerda cuándo
Y es que las palabras son únicamente palabras
Y el tiempo no existe
Y las cosas cambian

Quizás, solamente las sensaciones no cambian
No sé

Anteriormente...

Sucedió una vez que la pureza tenía un nombre
Y la belleza tenía un rostro
Y la vida tenía un significado
Tenía su otra mitad
Compartía su amor
Su belleza

Sin que estuviera al lado de su lado
Aún así, tenía significado

Los meses pasaban al igual que los años
Y el tiempo no perdía su importancia
Y la libertad... si la hubiera, no llegaba
El lado seguía sin su otro lado

Sucedió una vez que no se sentía culpable
Otro plan
Quizás otro amor
Y no se sentía culpable

Y sucedió que sus manos ya no encajaban
Que eran demasiado grandes para sus guantes
No sé si fue así o de cualquier manera, pero sucedió...

Ahora sucede que cada noche me acuesto para dormir.

Kafkianito

Tu piel era blanca

Tu piel era blanca

Tu piel era blanca
como el aliento de la aurora
tibia y húmeda del Norte,
y tus manos escarcha
derretida en mi sexo
y mi deseo.

Corrompimos el rito
de lo establecido,
sin sacramentos,
sin todas esas cosas
que no sentimos
cerca de nuestro fuego.
Animales fuimos
entre el celo y la furia

Viva, ciega entrega
que nos hizo prófugos
en la seca boca
de los centinelas
de la niebla
y de la envidia.


Batiscafo.