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Sakkarah

Yo de Isabel II

De todo un poco, y mi exilio.

De todo un poco, y mi exilio.

Doña --- en respuesta a usted, haré un pequeño recuerdo de mi exilio en Paris.

No me enseñaron a ser reina, nadie tenía la autoridad que tienen los padres, y yo huérfana de padre, no tuve el apoyo, ni la verdadera dedicación de mi madre. Dicen que soy caprichosa e indolente; pero es que les gusta mucho especular.

Si veis que tengo faltas de ortografía, no os llevéis las manos a la cabeza, pues no me dio tiempo a aprenderlo todo, y el caso es que me entendáis. A cambio os puedo cantar, o traeros música para que la escuchéis; pero estáis tan apegados a vuestros tiempos, que no creo que os interese.

La corte es igual que los foroso blogs, te cargan el san Benito, aunque no sea cierto. La morbosidad es superior a la propia realidad, por ello de mí habréis oído decir que soy inculta, frívola y burda. Omitirán la realidad, mi atractivo, mi vitalidad y alegría, mi arrolladora personalidad, mi labia, y mi castiza manera de hablar. No tengo abuela. Vosotros si me tratáis, ya os iréis dando cuenta de mi manera directa al hablar, y de mi amabilidad.

Yo popularicé el tuteo borbónico, porque me gusta que la gente se sienta bien donde estoy. Quiero un ambiente cálido y cercano. Los que se encargan de las finanzas, me dicen que soy manirrota. Me gusta ser generosa, el dinero está para eso, para gastarlo, y no atesorar avariciosamente. Como os daréis cuenta, soy sencilla, estando con vosotros, con el pueblo, es donde mejor me siento.

"Yo quiero, he querido siempre el bien para el pueblo español. El querer lo tiene una en el corazón; pero ¿el poder, dónde está?..."

Me he enrollado con mis cosas, y poco diré ya de mi exilio, para no extenderme demasiado. Todo irá saliendo poco a poco. Si no doy respuesta a sus observaciones, no me lo tomen en cuenta. Me gusta sentarme a escribir con ustedes, pero hay demasiados papeles que firmar, y demasiados protocolos para cumplir durante el día.

Allí, en Paris ocupo el llamado Palacio de Castilla, y tengo mi residencia fijada allí, aunque vengo al Escorial. No me quedo definitivamente aquí, porque como toda madre , tengo diferencias con mi hijo, y con mi nuera, y en este caso, no debo meterme en su reinado.

Lo mejor del exilio, es que estoy separada de mi esposo, del que más adelante os contaré alguna anécdota.

Las predicciones dicen que aquí moriré. Si ha de ser así, me gustaría que me pusieran de epitafio, las palabras que Galdós ha escrito sobre mí.

«El reinado de Isabel se irá borrando de la memoria, y los males que trajo, así como los bienes que produjo, pasarán sin dejar rastro. La pobre Reina, tan fervorosamente amada en su niñez, esperanza y alegría del pueblo, emblema de la libertad, después hollada, escarnecida y arrojada del reino, baja al sepulcro sin que su muerte avive los entusiasmos ni los odios de otros días. Se juzgará su reinado con crítica severa: en él se verá el origen y el embrión de no pocos vicios de nuestra política; pero nadie niega ni desconoce la inmensa ternura de aquella alma ingenua, indolente, fácil a la piedad, al perdón, a la caridad, como incapaz de toda resolución tenaz y vigorosa. Doña Isabel vivió en perpetua infancia, y el mayor de sus infortunios fue haber nacido Reina y llevar en su mano la dirección moral de un pueblo, pesada obligación para tan tierna mano».

Pérez Galdós

Saludos

Sakkarah en el papel de Isabel II

 

Sobre Jacinta y Espartero.

Sobre Jacinta y Espartero.

Doña ---, en la corte ya me miran con reparo, creen que estoy enferma. Me costó sacar las fotos a los genitales del caballo, no pude apartarme de las miradas curiosas y estupefactas; pero ahora, con mis ojos fijos en los graciosos lugares del cuerpo de Espartero, las damas se miran, elevan los hombros, y se quedan pensativas.

Tiene usted razón en que le falta mucho para llegar a su caballo. Usted sabe que quien hambre tiene, con pan sueña, y quizá lo eligió pensando en su propia escasez. No obstante le he sacado una fotografía en la que debía tener un pensamiento festivo, y le dio una alegría al cuerpo. Aquí se la envío para dejar constancia de ello.

No me gusta desviar tanto la atención de mi persona, haciendo protagonista a otro; pero pase por esta vez.

Cierto es que Jacinta es peor que una carga de lanceros al galope cuando se enfurece. Se comenta que esta sujeto a su parecer; pero no vaya usted a creer que él es como se dice. Tiene sus defectos, entre ellos el de ser vanidoso, y le importa más que se cumplan las disciplinas, que la vida humana. Cuando se fue a Logroño, marchó enfadado conmigo, me tachó de ingrata. Su mujer le presionaba para que asumiera el cargo de príncipe que se le ofrecía, pero el ahí sí se negó.

Como dice el dicho: "detrás de un hombre importante hay una mujer inteligente", en este caso su mujer lo es, y muy culta. Cuando el se encuentra fuera, se cartean mucho, y ella le envía consejos sobre lo que debe hacer. Jacinta es 18 años más joven que él, y Espartero tiene un carácter infantil. Ella se da unas ínfulas que no le corresponden; le reprocha que llame compañeros de armas y fatigas, a sus desarrapados soldados. En fin, doña ---, espero haber dado respuesta a lo suyo.

Doña ---, fui yo, y no mi marido. No le extrañe que con tanto machismo me quieran quitar siempre la importancia que me corresponde.

Doña ---, usted desea mis escenas de cama; pero temo que usted vaya a aprender demasiado. Si en el foro hay posibilidad de hacerse amantes, deberé ser yo la que disfrute de ello.

Salud.

Sakkarah en el papel de Isabel II

De pesca y más mandangas.

De pesca y más mandangas.

Don ..., me habla usted de los pescadores.

Yo ayudé al naturalista Mariano de la Paz Graélls en su construcción del Laboratorio Ictiogénico de la Granja. En él, durante el mes de Noviembre se fecundaron 25.000 huevos de trucha común, e importamos muchas a Europa.

Sé que a usted le interesará más la pesca marítima, y de ella también me preocupé. No está bien que venga yo aquí haciendo ostentaciones; pero en Asturias recordarán que fui yo la que hizo que Gijón ostentase la capitanía marítima.

En mis tiempos, Madrid estaba minada de pozos negros y fétidas cloacas. Eso podía ser propio del Londres de Dickens, pero nunca de la capital donde vive la reina. Por ello hice construir el Canal de Isabel II.

Ello dio trabajo a 2000 personas, sin contar con los 1.500 presos que allí cumplían su condena. Yo presencié su primera fuente con surtidor en la calle San Bernardo. Fue una gran hazaña, debido al cólera, las fiebres, temporales y riadas que hubo durante su construcción.

Hay tantas cosas para contar... tantas anécdotas. A usted que es poeta, le gustará leer un himno que me hizo José Mor de Fuentes.

HIMNO

Suenan albricias
Con mil delicias,
El Tiempo llega
Que soberano
De la soñada
Y desalmada
Fuerza prescinde,
Y con su mano
El mando entrega
Y el cetro rinde
A la jurada
Reina y señora
Que entusiasmada
De confín a confín la España adora.
Maldad sañuda
Que guerra cruda
Al ínclito dechado
De peregrinas prendas,
Al objeto endiosado
De entrañables ofrendas,
Al ángel humanado,
Estás haciendo,
Y prescindiendo
Del pundonor
¡O atroz horror!
Ya te aparatas
Y allá dilatas
El plazo ansiado,
Para traerlo,
Con mil ardides
Y horrendas lides
Siempre atrasado
Y al fin hollado
Desvanecerlo;
Empedernida
En tu delirio,
Te das martirio,
Sin ver la Europa
Que, enfurecida,
Arde y galopa
Al escarmiento
Del viI intento,
Del atentado
Desenfrenado,
Infernal,
Sin igual...
Mas no, que sola
Nuestra española,
Fiel hidalguía,
En armonía,
Corre inflamada,
Y a su justicia
La atroz malicia
Yace en la nada...
Y todo es gozo,
Todo alborozo.
Suenan albricias,
Con mil delicias,
El Tiempo llega
Que soberano
De la soñada
Y desalmada
Fuerza prescinde,
Y con su mano
El mando entrega,
Y el cetro rinde
A la jurada
REINA y señora
Que, entusiasmada,
De confín a confín la España adora.


Aprovecho para responder aquí a doña ..., que me ha dado datos sobre lo que le acontece al caballo de Espartero.

Un secreto ente usted y yo: He oído decir entre los caballeros de la corte que el máximo tamaño para unos cojones, es el que tiene el caballo de Espartero, que no puede superarse, porque entonces indica "torpeza o vagancia" (le cuelgan, se los pisa, se sienta sobre ellos, e incluso necesita una carretilla para llevarlos).

Estoy muy orgullosa de ser la reina del país de los mejores piropos. Pasaba yo en carroza, allí, frente al Palacio Real, cuando un caballero me dice :

"Churri tienes unos huevines como el caballo de Espartero".

Se entiende que lo decía por mi forma de gobernar; pero yo tras ofrecerle una gran sonrisa, tomé nota en mi mente, para decírselo a mi Chema (José María Arana). Creo que el día que se lo espeté, concebí a mi Araneja.

Salud.

P.D. Prometo dar contestación a doña ... y doña ... más adelante.

Sakkarah en el papel de Isabel II

Los cojones del caballo de Espartero.

Los cojones del caballo de Espartero.

Doña ..., un reino es un reino, a pesar de los enemigos que haya. No se queje de tener una reina liberal.

Yo tuve mucha falta de afectividad materna, y mi instrucción para gobernar después, no fue buena. Mi madre prefería estar con su nueva familia desde que se casó con el duque de Riansares. Ella sólo me manipulaba. «¿Qué había de hacer yo, jovencilla, reina a los catorce años, sin ningún freno a mi voluntad, con todo el dinero a mano para mis antojos y para darme el gusto de favorecer a los necesitados, no viendo al lado mío más que personas que se doblaban como cañas, ni oyendo más que voces de adulación que me aturdían ¿Qué había de hacer yo?... Póngase en mi caso...»

Como usted bien sabe, Espartero se ocupó de mis cosas durante mi niñez. Él es de Ciudad Real, pero se fue a enamorar en Logroño, de doña Jacinta. La familia de esta, no quería cualquier cosa para su hija, y Espartero era un forastero sin posición. El amor, cuando es verdadero, salta todos los obstáculos, por eso él emigró a Perú para alcanzar una posición.

Dicen que hay que tener amigos hasta en el infierno, y así es. Espartero se hizo amigo del marqués de Murrieta, en Perú, y de esa manera logró hacerse todo un personaje, para poder casarse con su Jacinta.

La boda fue por todo lo alto. Desfiló toda la comitiva sobre una alfombra roja que iba desde la casa de la novia "Reja Dorada", hasta la Concatedral. Quizá lo de los cojones del caballo, pudiera venir de que él la rondaba montado en el. O que al escultor se le fuera la mano al modelarlos.

Le dejo aquí una canción de sus tiempos.

Salud.

Sakkarah en el papel de Isabel II

Por algunos caracteres de mi esquina constitución
Me admiran las mujeres más incluso que ha mi señor
Me dice... Espartero... que me ponga un braguero
Y yo le... contesto... que mis arrestos no son fiestas de guardar...
Y entre los coches yo cabalgo de verdad
Por la teoría de la relatividad
Como sugiere ese cantar tan popular
Voy recorriendo con mis nardos
la calle de Alcalá...
Y si ser caballo fue el gran fallo de mi vida real
Es cosa guapa en esta nueva etapa monumental
Son buenas... las vistas... no hay que matar carlistas...
Y a algunas... turistas... se les va el ojo al patrimonio nacional...
Soy el caballo de Espartero, ¡mírame!
Que no es mejor lucero aquel que más se ve
Y como siga distrayendo personal
Me paso un día por las piedras
la Puerta de Alcalá...
Y entre los coches yo cabalgo de verdad
Por la teoría de la relatividad
Como sugiere ese cantar tan popular
Voy recorriendo con mis nardos
la calle de Alcalá...
La la la la la...

Mecano

Tratamiento y limosnas.

Tratamiento y limosnas.

Doña ...

El tratamiento que se me debe, es el de majestad. Si le añade usted, "graciosa majestad", mejor que mejor. Yo he tenido la delicadeza, de que le den el mismo tratamiento a mi marido Francisco, en vez de que le llamen su alteza real por ser príncipe. Tanto como me critican, y lo magnánima que soy.

El besamanos sólo es para los hombres. Es todo un arte saber tender la mano con delicadeza, ligeramente blanda; no como el que va a dar una bofetada. La sonrisa debe ser discreta, para corresponder. Se nota cuando el beso te lo da un hombre mundano, o un novato. Soy experta en ello, e intuyo cuando dará lugar a un beso más elaborado.

Ustedes, las mujeres me deben hacer una reverencia.

Está bien que a mi corte se le llame la "corte de los milagros", pero no que usted aproveche y piense que en ella se fabrican ordenadores. Soy una mujer limosnera, y no me falta la mantilla; pero no soy tan analfabeta como dicen, pues aún sé que usted me habla de un artilugio muy sofisticado que utilizan para mentir.

En vez de una limosna, acepte de mí un buen consejo: Mi confesor, Antonio María Claret, siempre decía que los libros son la mejor limosna. Deje ese artilugio de mentiras, y lea, que yo la proporcionaré unos cuantos libros.

Para terminar, quiero dejar constancia de que lo que digo es cierto, dejo un soneto que me hizo Cervantes y que alude a mi bondad.

Salud.

Sakkarah en el papel de Isabel II




Serenísima reina, en quien se halla
lo que Dios pudo dar a un ser humano;
amparo universal del ser cristiano,
de quien la santa fama nunca calla;

arma feliz, de cuya fina malla
se viste el gran Felipe soberano,
ínclito rey del ancho suelo hispano
a quien Fortuna y Mundo se avasalla:

¿cuál ingenio podría aventurarse
a pregonar el bien que estás mostrando,
si ya en divino viese convertirse?

Que, en ser mortal, habrá de acobardarse,
y así le va mejor sentir callando
aquello que es difícil de decirse.

Miguel de Cervantes Saavedra

Sobre mi lujuria.

Sobre mi lujuria.

Doña -----, usted me habla de lujuria, y le cuento al respecto:

Se ha hablado mucho de mi amplia libido, pero si me casaron con un hombre homosexual, es lógico que yo me buscara a Enrique de Ruiz PuigMoltó para engendrar a mi Alfonso XII. Después surgieron más amantes, pero algún descuido lo tiene cualquiera.

Prefiero ser como soy, a no dejarme dominar por mi marido. Me quedó mal sabor de boca al escuchar lo que hizo mi padre con una de sus mujeres. Era tal su deseo de un heredero que la hizo abrir en vivo la tripa para sacarle el hijo. Murió desangrada y el dolor debió ser terrible. Para colmo era una mujer lo que tuvo, y nació muerta. El destino estaba de mi parte para reinar.

Yo no me quería casar con Francisco, y de hecho, me puse en huelga de hambre. La noche de mi boda me quedé asombrada al verle su camisón. Me gano la partida en encajes y bordados, con que imagínense el resto.

Dicen que yo, ya desde los 12, provocaba y embaucaba a los hombres, pero el premio, me lo llevé al casarme. Me separé enseguida. Mala suerte la mía, pues a otro que me tenía mi madre preparado con anterioridad, al ver su foto, lo rechacé por bizco. Seguramente en sus funciones nocturnas me hubiera dado mejor resultado.

No perdonaré yo a los Bécquer lo que sobre mí decían. Tal como:

Por probar de todo...de tirarse un pollino encontró modo

Y por airear mi romance con Carlos Marfori, y acusarme de estar liada con mi queridísimo y santo padre Claret. Del pobre Francisco decían:

El Rey Consorte, primer pajillero de la Corte.

Y así le pintaban al pobre:

http://es.geocities.com/ubisunt97/pajillero.jpg

No me quiero alargar más. 

Hágale llegar a Doña -----, que tendrá mi respuesta.

Salud.

 

 

 

 

Sakkarah haciendo de Isabel II

Preámbulo

Preámbulo

Triste destino el mío. He sido tan precoz en todo...La corona ceñía mi cabeza con tres años. No entendía aún su significado, pero me sentía importante; y con 13 ordenaba ya la vida del resto. Todo tiene su lado oscuro, la cara menos agraciada. Casarme contra mi voluntad, y tenerme que separar, aunque eso hoy está a la orden del día, (la separación, que no la obligación).

Soy un símbolo de la libertad, aunque más llenita que la estatua que le hicieron en el río Hudson; pero ya se encargaron algunos de llamarme frívola, lujuriosa y cruel. Qué les voy a contar de insultos hacia la persona, de los que ustedes saben tanto.

Esto sólo es el preámbulo, de mi anacronismo entre ustedes.

Salud.

Sakkarah en el papel de Isabel II