Se hizo eterna la noche antes de despertar en calma.
El fuego del alma quedó hecho estalagmita.
En el día me sostiene un gran propósito,
y a pesar de todo,
pasaré por las ascuas encendidas,
cruzaré el camino sin que me aflojen las piernas.
En el caliente lecho encontraré el olvido,
y el maltrecho orgullo
lo haré reposar en celofanes de colores vivos.
La mente es fuerte para domar mi cuerpo,
y el lamento anegará la pasión.
Dios de piedra serás en la plaza de mis sentidos.
Grande, fuerte, y frío;
ganador de todas las batallas.
Los diamantes del rencor se incrustarán en tus ojos,
y el mármol será la base de tu sordera.
Yo transitaré por los parques en bonanza,
alrededor de tu gélida estatua blanca.
Sakkarah