El bullicio.
El bullicio en las calles, con el sonido, que se hace sordo a los oídos, del tráfico; hace sentir la vida. Las almas solitarias se tropiezan, y alguien, en cualquier sitio, rayando la locura del silencio, te habla.
La ropa desvaída en su color por la polución que lleva adherida, se pega al cuerpo haciéndotela respirar ; haciéndote sentir que no estas sola en tu soledad.
Uno no se pierde cuando su paso no se dirige hacia parte alguna, la brújula invisible acompaña llevándote siempre hacia el norte de la realidad. Hacia ese encuentro, deseado o no, con lo que te pertenece. Y allí, con los ojos empañados por la tristeza, contemplas tu obra.
Sakkarah
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