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Sakkarah

Sólo yo.

Sólo yo.

Sólo yo lo sabía,
y la noche
lo sabía en silencio,
pero estabas de siempre en el alma
que acaricia los sueños.

Sólo yo lo sabía,
y el aire
lo sabía en sus dedos,
pero estabas por siempre dormido
en las alas del tiempo.

Sólo yo lo sabía,
del agua
lo sabía el reflejo,
pero estabas de siempre en las fuentes
de los cántaros llenos.

Sólo yo lo sabía,
y el campo
lo sabía en su seno,
pero estabas por siempre florido
en la flor del espliego.
Sólo yo lo sabía,
y el alma
lo sabía en secreto,
pues estabas de siempre en la vida
que latía en su centro.

(Antonia Álvarez)

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