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Sakkarah

Mis sentimientos

Los pétalos...

Los pétalos...

Los pétalos de aquella flor que deshoje, hoy flotan en el agua. En la quietud miro correr el río, y ni un solo músculo de mi ser se mueve. Hago la despedida con la mirada. Todo se detiene, menos el agua.

 

No hay posibilidad de recomponer la flor, y sólo me queda dejarla escapar. El aire protesta y se detiene, y yo despacio soplo ayudando a la corriente.

 

Sakkarah

Pétalos Flor

Hoy que la pena...

Hoy que la pena...

Hoy que la pena ya no devora la carne, la mirada es más perfecta. Se hacen recuentos de caídas para saber donde está el tropiezo, y no volver a caer. Aún la mirada se presenta dulce y esquiva, pero más alegre. No hay temor en ella de perder lo que no se posee.

He llevado los sentimientos a una capa más interna de la piel, así aparentan fortalecidos, aunque hay agujas muy largas que todo lo penetran.

El silencio se ha convertido en guarda de mis labios, en escudo que vela dignamente el pensamiento.

Se me escapaba la vida, pero ya le eché el lazo.

Sakkarah

Todas las luciérnagas...

Todas las luciérnagas...

Autor imagen: Renso Castañeeda Zevallos

Todas las luciérnagas acudieron a mis pies, y llenos de luz caminan. El agua fría calma la esperanza cuando atravieso el río. Aquellos campos se fueron, y despiertan mis ojos a la luz que enfoca hoy los girasoles.

 

La sensación que llega a la piel con el recuerdo, resbala en las palabras dichas, y cae. Cuando los disfraces ya no eran necesarios, la verdad salió a flote.

 

Lluvia y sol. Han lavado lo recuerdos que ahora adquieren los tonos de la luz. Se acerca la primavera con un saquito de nuevos sueños. La vida se hace danza.

 

Sakkarah

La vida...

La vida...

La vida ha de brotar esté donde esté. La muerte será un cambio de paisaje. 

 

La soledad es sólo una palabra que no materializa lo que poseemos, pero siempre llevo la compañía de los que amo. Los constantes toques que dan a este corazón me dicen que estoy viva. La sangre no tomaría esta fuerza sin esa compañía. El amor me hace fuerte en el sinsentido.

 

El eje de las cosas es su imán. Todo, al alejarse, vuelve; y en el mío hay sembrado sentimiento. Aunque hoy me sienta lejos, volveré al amor.

 

Sakkarah

En el abismo...

En el abismo...

En el abismo de la palabra me perdí. Caí precipitadamente hacia el lago de los despropósitos al que me llevaba esta locura que no se solía hacer latente, y llevaba cosida al forro de las vísceras.

Sin límites, el amor dirigía, como un maestro en el arte de la batuta, mis sentencias. Mi ser quedaba encogido ante avalancha de tal magnitud. Temía mirar al fondo para hacer un cálculo de los desperfectos.

Hablaba, mientras sus ojos escudriñaban mis líneas imperfectas. Los desbarres del amor salpicaban sus ojos, pero no su alma. No podía ver la profundidad de la que manaba cada vocablo, y ello me hacía presa de la incomprensión.

Sakkarah

FELIZ NAVIDAD.

FELIZ NAVIDAD.

Os deseo lo mejor, lo que realmente deseeis, que lo tengais.

Gracias por ser como sois conmigo...

Todo mi cariño en estos deseos, de verdad.

Sakkarah

Nació el sentimiento.

Nació el sentimiento.

Nació el sentimiento como una gran mole, una masa de tacto dúctil y sedoso, necesitado de forma y caricias; hecho para moldear entre mis manos, y para pintar con palabras.

 

Latía, y en cada movimiento presentaba una faz, ora voluptuosa y apacible, ora apasionada y violenta. Pedía soñarlo, necesitaba amoldarse para poder penetrar en mi alma, y urgía una figura nacida de la ilusión.

 

Hoy el frío roza su tegumento helado. Un viento infecundo sopla, y vaga alrededor; su pulso se mantiene bajo mínimos, y prácticamente ha dejado de latir.

 

Por mis manos abiertas e inertes, resbala hecho agua.

 

Sakkarah

 

Tu palabra...

Tu palabra...

Autor imagen: Ozacoza

Tu palabra sólo trajo oscuridad, y vuestras risas lejanas se van perdiendo ya en mi mente.

 Mis ojos no se volverán a posar en dominios ajenos. Los suaves puñales hacen brotar más sangre.

 

Letras que destilan hipocresía, serán tu banquete, y sobre la sopa flotará la última carcajada.

 

Quedó bella la noche cuando arranqué los velos. Hoy me alumbra la dulce luz de las estrellas.

 

La sombría gruta no volverá a acogerme. No quiero dormir sobre frías piedras repletas de palabras.

 

Sakkarah

El espacio...

El espacio...

El espacio es pequeño para tu grandeza, pero el amor es tan enorme que te abarca todo. Curioso es adivinarte, soñar cada instante, cada gesto en las horas.

 

En la oscuridad de la mente, tu beso, y la imagen de tus labios. La fuerza de lo imposible en la pasión de un vacío.

 

La mansión de los sueños te pertenece, allí reinas amurallado de tiniebla. Vi tu luz, y esta ceguera ahora me pierde. Tu gracia me envuelve, y sonrío al imaginar tu risa. Imaginar tu caricia llenó de melodía mis manos, y mis dedos se alargan en tu alma piano.

 

Mi sueño dorado y ausente, el que entre mis manos se diluye impregnándolas de magma de oro.

Sakkarah

Puse...

Puse...

Puse un cerco en el jardín. Aparté las flores más extrañas y delicadas, y nadie penetrará en el sitio. Han nacido entre rocas, y no habrá mano que las arranque.

 

En el silencio se expandirá su perfume, allí donde la palabra no alcanza, donde la nada todo lo ciñe.

Sakkarah

En las escaramuzas...

En las escaramuzas...

En las escaramuzas de la vida, caigo, me creo vencida; pero en instantes un resorte me impele, empujándome a seguir.

 

Como el agua del grifo corre la vida, y en ella lavo mis cuitas. Al sol de un tendedero sequé las heridas, y con perlas de nácar las difumino encontrando la paz.

 

Me gustan los días lentos en los que se hace ver que la vida no pasa, que parece detenida; y vuelo como una garza real al encuentro de sorpresas, y las recreo en los lagos, tomando el agua como espejo. Allí me complazco en cada detalle.

 

Entre los juncos deposito cada recuerdo grato, cada cariño, cada palabra. Quiero tejer el nido donde depositar mi alma.

Sakkarah

Cada noche...

Cada noche...

Autor imagen: Rafael Molina

Cada noche vuelvo a mi estrella para mirarla en silencio. Ya no hay palabras, entre nosotras quedó todo dicho.

 

Hice la maleta un día, y llevaba tantas cosas, que sobresalían por fuera una vez cerrada. De tal forma, que a cada rato la abro, para volverla a cerrar; pero siempre asoman picos.

 

Me asomé a una gran mesa, y en el centro estaba un exquisito pastel. Vergonzosa cogí el pedazo más pequeño, y una glotona que se sentaba al lado, me lo arrebató. No he sabido si sació su hambre.

 

El sol invade los campos llenándolos de luz, pero las nubes agoreras los inundan y entristecen.

 

Esto son sólo retazos. La vida está hecha de retazos y tonterías. Mi vida.

Sakkarah

Un día más...

Un día más...

Un día más, amanece, y el amor se expande, se estira abarcándolo todo. Toma el camino secreto donde ha hallado un refugio para esconderse.

 

Ella, mientras tanto, aparenta ser compañera de la soledad y del vacío; pone escarcha alrededor de su corazón para ocultar que late, y se asienta sobre una roca para adquirir firmeza.

 

Como pez en lo profundo, baila el amor en su alma. Serpentea lleno de color, y no necesita salir a la superficie.

Sakkarah

No espero...

No espero...

No espero ninguna noticia que quebrante mi paz, por eso me muevo en armonía, sin estar expectante, sin anhelos que puedan quedar incumplidos. Todo lo que me venga será un regalo inesperado.

 

Ya no hay carreras que sofocan, ni metas para las que se necesite un primer puesto. Vivo en una pradera sin paredes de piedra, y los ríos que la atraviesan no tienen barrancos, ni son profundos. Se cruzan sin dificultad, y sus aguas corren alegres, pero con ritmo sereno.

 

Pongo mis manos alrededor de mis labios, y grito; pero no hay eco. Entonces me digo que nadie me oirá, que no vale la pena buscar quien haga que me escucha. En silencio quedo, y admiro la belleza espontánea de las cosas. Ella me cala el alma, suspiro, y agradezco esta soledad.

Sakkarah

Un caballo negro.

Un caballo negro.

Un caballo negro, alado, traspasa mi cielo.

 

Aunque no lleva silla, yo lo monto a pelo.

 

El frío de la noche lo aplacan las estrellas.

 

Galopo hacia lo más recóndito,

 

Voy sin riendas,

 

Y mis manos se pasean por la crin del jaco.

 

Un riacho de ternura resbala por su lomo

 

Anegando el paraje de la tristeza.

Sakkarah

Las letras...

Las letras...

Las letras se me presentan claras, sin misterio. No tengo que gastar el tiempo en descifrar, y sin embargo, ya perdieron todo el encanto.

 

En el misterio andaba entrelazada la esperanza, pero en lo diáfano acampa la certeza. Como espadachín inquieto se ha hecho hueco la realidad con su crudeza.

 

Hay otros puntos donde dirigir la vista, hay otras aristas desde las que descolgarse a la vida.

Sakkarah

Me quedé...

Me quedé...

 

Me quedé admirando el retablo desde fuera, y he dado el paso decisivo. Ahora he pasado a  formar parte de las tallas hieráticas, de corazón frío y feliz.

 

Hago frente a la vida desde otra perspectiva, desenrollada de la venda que cuelga del bolsillo de tu camisa. He roto el lazo que me sostenía colgando en un mundo ocupado, sin espacio para un sentimiento como el mío. Me columpiaba en desprecios, y la noche me arropaba con tu indiferencia.

 

Tu boca se seguirá prodigando, sedienta siempre de nuevos placeres; pero mis oídos han dejado de escuchar, no se mueven mis celos por el eco. He pasado a formar parte de este vacío que resalta la piedra de mi ser. Se ha roto la clepsidra, pero conservaré la pieza que midió mi gran amor.

Sakkarah

Aún refulges.

Aún refulges.

Aún refulges en la oscuridad, Un pequeño destello de tu luz, no se apaga; pero mi viaje continúa a donde no se ocultan los soles, donde cada estrella se hace cercana. No dejo por ello de mirarte lejano, a sabiendas de todo lo que bajo tu luz se posa. Ya no importa, descubrí que todo el mundo tiene luz propia, y que hay más claridad donde se posan menos sombras.

 

El camino es seda bajo mis pies, que vuelan. El horizonte es claro, pues sé hacia donde me dirijo. Hoy el aplomo me sostiene.

 

Peregrina me alejé de tu vida, sin estelas, sin huellas. Con una retórica encaminada al silencio. Me quejé, pataleé, y el cansancio me hizo desistir. Hoy ya la vida me dio nuevo aliento.

 

El céfiro me empuja sin darme tregua, y yo me dejo.

Sakkarah

Al llegar la noche...

Al llegar la noche...

Al llegar la noche, junto a los juncos del río, enterré al amor vivo. El me calcinaba el alma, y arrastraba mi ceniza por violentas espirales. Las chispas del dolor, como lluvia me empapaban. Y el odio estuvo a punto de alcanzarme, convirtiéndome en roca.

 

Hoy renazco, y perdida me encuentro en tan novedosa estadía. La serenidad avanza, cautelosa, a mi encuentro. Un réquiem lejano invade el espacio. Vuela el amor, espíritu incorpóreo, dejándose arrastrar hacia las incesante brumas.

Sakkarah

Asaltó...

Asaltó...

Asaltó su casa el ladrón de almas, sólo abrió la boca con desprecio, sabía que se llevaba la esperanza, que la dejaba en total indefensión.

 

Una acción meditada, una venganza fría que provenía de un corazón helado. ¿Quién secaría la sangre que por sus venas corría? La vida le convirtió en un despiadado ser de invierno.

 

De nada sirvió velar las noches, y cerrar ventanas. Las blindadas puertas del alma cayeron para que el estruendo hiciera eco en sus cálidas estancias vacías.

 

El aire limpio del amanecer se lo llevó todo, hasta la misma desolación se trenzó en su ráfaga para llevar a cabo su huída.

Sakkarah