Blogia
Sakkarah

La sombra.

La sombra.

Nada había para poder saciar su apetito. Se tenía que conformar recogiendo los mendrugos de pan sobrantes de otras casas. Solía guardar silencio. Veía y callaba, hasta que un día decidió quejarse. Ese día fue su sentencia, se hizo molesta al denunciar lo que estaba sucediendo.


Inútiles eran sus palabras, pues todas iban cayendo al vacío. Nunca se sintió querida, y ahora lo expresaba.


Se sentía presa de sus sentimientos y cuando se apaciguaba. La sombra ponía ante sus ojos un carrusel de luces que la cegaban, haciéndola volver loca. Sabían que nada tenía, sólo sus mendrugos; pero esa sombra encontraba placer viendo como se removían sus entrañas.


Se había dado cuenta que de nada valía quejarse, era un trabajo limpio que no dejaba rastro. No quería entenderla, no la escuchaba.


Ya, totalmente ciega, se había replegado en sí misma. Nada quería saber de nadie. No recogería más mendrugos. No deseaba nada. Sólo un temor anidaba en ella, la sombra y sus luces.

 Sakkarah

 

 

2 comentarios

Sakkarah -

No, no es un difunto, ni tiene mal perder, la única que perdió fue ella.

Un beso, Prego.

prego -

para mi que esa sombra es un difunto que tiene mal perder, o sea un fantasma de tomo y lomo. Lo que tiene que hacer es comerse los mejores platos en los mejores comedores y ni puto caso a la sombra, que la luz es de ella, los difuntos que descansen en paz, como debe ser.

besos