Golondrina inquieta.
Golondrina inquieta revoloteando en círculos alrededor del nido de cigüeña. Se aleja de la bandada, por instantes, para visitar a D. José. Él, sentado a la vera de la casona rememora los lugares en que hizo alusión a las ancianas de las aldeas. Al sol, sin más razón que ensimismarse en el pensamiento. Este, fugaz, corre de un momento a otro, del pasado al presente, al futuro.
Allí estaba ella sentada, mirándolos al pasar. Con la mirada curiosa para desvelar la procedencia de esa pareja, ya madura, que se amaban. En sus miradas, en su abrazo, se notaba que era un encuentro furtivo y fugaz. Y ahora él la recuerda con ese misterio indescifrable en sus ojos, con esa ternura que se asoma al mirarle. Y sus manos…Aún las siente posadas en su cintura. Delicadas manos incansables a la caricia.
No se sentía solo, la golondrina le traía su aliento, sus palabras de amor por siempre. Ella en la espera, él deseando partir a su encuentro. Convertido en cuenta cuentos, romántico en la palabra. Él, un truhán, un jugador, el mayor seductor; ahora la recordaba. Y…¡Cómo lo hacía! Si ella lo imaginara, si la muerte sólo fuera un paso…
Sí, ahora se daba cuenta de cuánto la amaba.
Sakkarah
2 comentarios
Sakkarah -
Ahora me doy cuenta que no, que no siempre uno recuerda lo que pierde, ni valora lo que ha perdido. Lo normal es que cuando se deja algo, es porque no te dice nada, ni nunca te dirá nada.
Ya me cuido, jajajaa.
Un beso.
monocamy -
Y la muerte, efectivamente, sólo es un paso (previo). ¿Lo dudas?
;)
Te mando un beso en una paloma mensajera (cuídate que no se entere el Sr. D. José Cotilla).
:*