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Sakkarah

Era curioso...

Era curioso...

Era curioso ver aparecer y desaparecer ese coche entre las nubes. Yo miraba al cielo, esperando que parara, para ver apearse a su conductor. Sentía una curiosidad extraña, movida por un sentimiento que me rondaba el estómago creándome inquietud.

 

En su tono verde oscuro se reflejaba una luz misteriosa. Sus matices de alumbrado no se correspondían con los procedentes del sol. Quizá otras estrellas más lejanas le utilizaran como espejo, y con ello lograban que mi pupila fuera presa de un imán poderoso que no me dejaba apartar la vista.

 

De manera repentina, todo el cielo se convirtió en una antorcha, como si millones de lanzallamas se aunaran para cubrirlo. Casi podía apresar el fuego entre mis dedos, pero no sentía calor. Presentía que iba a recibir una impresión demasiado intensa, y sentí miedo. Quise volver a ver el entorno donde minutos antes me encontraba, pero me resultaba imposible.

 

El fuego se fue convirtiendo en humo algodonoso y claro, que dejó una sombra en el centro. Era la silueta de un hombre. Al corazón, que había quedado atenazado, no le hizo falta que se despejara el enigma.

 

En la bóveda misteriosa, había quedado escrita la palabra eternidad, y yo soy cautiva de su imagen por siempre.

 

 Sakkarah

2 comentarios

Sakkarah -

No te enrollas. Al revés, es un buen consejo.

Un beso, guapa.

Cris de Gramont -

A los lugares físicos donde se puede ir andando, o en vehículo de cualquier tipo siempre se puede encontrar la ocasión para regresar.
Pero cuando se abandona una situación afectiva, espiritual, cuando se deja atrás, dificilmente se puede recuperar o regresar porque todo cambia. Lo peor es quedarse en el limbo, en una situación intermedia porque no se puede responder a tantos hilos que estiran de ti. Pienso que nuestras vidas se fraguan con elecciones constantes y hay que ir con mucho cuidado cuando elegimos mirar directamente al sol, porque nos ciega, la retina queda dañada y es un viaje sin retorno.
Como me enrollo. Mila musuak.