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Sakkarah

La vuelta al bar.

La vuelta al bar.

La vuelta al bar, después de haber pasado meses, no tenía nada sorprendente. Adosados a su barra, más o menos los de siempre. Algunos de ellos en su rincón favorito, porque somos animales de costumbres, y nos asociamos siempre, o casi siempre, a unos lugares determinados.

La única ocupación posible en él, es pedir un café, para dejar pasar las horas. Siempre hay familia pululando para sentarte con ella; y, como no, te encuentras rodeada por las dos mesas de la partida de cartas de mujeres. Entre los dos grupos se llevan fatal, se lo pasan de miedo mientras cotillean unas de las otras; pero no pierden la oportunidad de acribillar con la mirada al "veraneante". Después, aparece un murmullo de gallinas silenciadas.

La dueña tiene la costumbre de tener puestos los CD a todo volumen, mientras van pasando las imágenes en la televisión. Cuando se alborota el gallinero de las cartas. Sube el volumen de esta, hasta hacer un gran estruendo en el choque de sonidos. Es entonces cuando la lanzan esa mirada de mala baba, a la que ella tuerce el morro, como diciendo: " te jodes"

Te vas a casa con la sensación de que te regalaron una vida para perderla, para dejarla derramada por cualquier lugar.

Sakkarah

4 comentarios

sakkarah -

Gracias Dinosaurio, muchos besos.

Dinosaurio -

Buena descripción, Sak. Y la imagen es graciosa.
Un beso.

Sakkarah -

Sí, es cierto Gea, con los camibios, nos haríamos a la idea de que la vida es mucho más interesante, que lo es, pero la rutina se la come.

Un beso.

Gea -

No cambian las escenas idénticas en rincones idénticos. Hay estampas que parecen eternizarse, ser siempre las mismas, en el monótono discurrir de la vida en los mismos escenarios.

Hay hábitos, costumbres, que se deberían cambiar para comprobar que la vida, cualquier vida, está presente también en otros lugares.

Besos.
Gea.