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Sakkarah

Extrañas muertes.

Extrañas muertes. Según algunos historiadores, Agatocles (361-289 a. de C) tirano de Siracusa murió ahogado con un palillo.

Según otras fuentes, fue su nieto el que mandó que lo envenenaran, para heredar sus posesiones.
 El Pontífice Adriano IV (1115-1159), el único Papa inglés de la Historia, de camino a su palacio tras haber pronunciado un caluroso sermón contra el Emperador Federico I, al que incluso había amenazado de excomunión, se detuvo a beber agua de una fuente, cuando de manera accidental una mosca entró en su garganta donde se quedó alojada. Los médicos que acudieron con premura nada pudieron hacer. El Papa murió asfixiado. Sherwood Anderson (1876-1941), novelista estadounidense, falleció de peritonitis ocasionada por un palillo que había tragado en el transcurso de una fiesta en la ciudad panameña de Colón.

El rey Alejandro I de Grecia (1893-1920) murió de rabia, contagiada a consecuencia de la mordedura de su mono amaestrado.
El pretor romano Fabio murió al atragantarse con un pelo de cabra que estaba flotando en la leche que acaba de ingerir.

El Papa Alejandro I (¿?-115) murió decapitado tras salir ileso después de haber sido arrojado a un horno. Por ello, se le considera mártir de la Iglesia Católica.

El 16 de noviembre de 1796, la zarina Catalina II La Grande (1729-1726) murió en San Petersburgo como consecuencia de un cólico que la sorprendió sentada en su retrete.
 El rey inglés, Juan Sin Tierra (1167-1216), murió de una indigestión tras ingerir un número excesivo de lampreas.

Otras fuentes indican que su muerte le sobrevino también por una gran ingestión, pero esta vez de frutas y sidra.

En cualquiera de los dos casos, parece ser que el rey inglés no tenía medida en lo que a comida se refería.
 Desconocido

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