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Sakkarah

Y yo aquí...

Y yo aquí... Y yo aquí, pequeña e invisible, escondida, te miro mientras el aburrimiento de ti se apodera. Quisiera acercarme despacio, volverte la cara con la mano, y mirarme en tus ojos. Así una eternidad hasta que leyeras el amor que hay en los míos. 

Soñadora de sueños, te hago mío, y te escondo entre las letras, para que nadie te atrape; pero tu refulges, sales y te clavas en otras miradas de manos más avispadas que las mías. Te acaricio lejano con mis manos conformes, atadas.

La noche duerme, eterna en tus ausencias, y esperanzada a los amaneceres en que surgirá tu encuentro.

Mi voz quisiera volver a la niñez, para volar con esa naturalidad a decirte un secreto al oído. Sí, allí, en el balcón te  susurraré lo arcano

Perdidas entre tus horas se escapan mis palabras, y tú ajeno a ellas la mayor parte de las veces. Entre cristales, sobrevivo al agua estancada, esperando que tiendas la mano para salvar nuestra distancia.

Entre las sombras, atrapo con mi mano el resplandor de uno de tus besos, y ante tus ojos ciegos, poso sobre el mis labios.

Espeleóloga en cada esquina de tu alma, esperando el amor. Voy escrutando sus cavernas, y  cada día salgo a tomar el aire desnuda de sentimiento.

En cada flor mustia de primavera, duerme este amor sin esperanza.

Yo hablo, pero no hay escucha

Sakkarah

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