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Sakkarah

Una ciudad.

Una ciudad.

Sé que es una ciudad por las leves criaturas transparentes que la habitan; por ese cisne mortal y sombrío; por los signos venenosos en los labios de los amantes; por algunos chopos secos en un claustro; porque no siento mis pies y la niebla me envuelve.

En medio de la multitud me pesa la vida como un remordimiento. Las flores son arena, y la arena entre pensamientos yace. No quiero estos muros por horizonte, estas soledades altivas.

Me gustaría saber escribir versos. Sobre aquel terrado me ha parecido ver una estrella pálida...

Joaquín Marín


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