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Sakkarah

DE LA APARIENCIA DEL SER.

DE LA APARIENCIA DEL SER.

Cuando, aún siendo joven, se descubrió poeta -había elaborado al menos diez poemas aceptables-, creyó que debería, además, parecerlo, por lo que se esforzó en adoptar la pose de aquéllos que la gente tomaba por artistas o algo por el estilo con tan sólo mirarlos. Apenas le costaba gran trabajo, ya que era melancólico y un poco atormentado. De por sí su mirada era profunda, apenas visitaba al peluquero y se afeitaba poco. Todo el mundo decía: "Ése que veis ahí seguro que es poeta". Él, feliz, sonreía. Pero un nefasto día un hombre lo llamó Gustavo Adolfo sin ser ése su nombre. Se sintió tan ridículo que dejó de prestarle atención a su aspecto y, a partir de ese día, escribió bellos versos en los que se fundían en una sola cosa el ser y la apariencia.

© Antonio Redondo Andújar

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